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lunes, 28 de marzo de 2022

RESEÑA: PORCUPINE TREE – DEADWING

 AL INFINITO Y MÁS ALLÁ

Porcupine Tree – Deadwing (2005)
Sello: Kscope Records 
Por: Pablo Ravale

Un Día como hoy se editaba este trabajo.
Aprovechamos y traemos una reseña que en 2015 realizó Pablo Ravale en la Revista Número 16.



Porcupine Tree fue una banda de rock progresivo formada y comandada por Steven Wilson (cantante, guitarrista y principal compositor) en Hemel Hempstead, Inglaterra, a mediados de los 90. El grupo lo completaban el tecladista Richard Barbieri, el bajista Colin Edwin y el baterista Gavin Harrison.
Hoy por hoy, Porcupine Tree ya no existe, sin embargo, y sin lugar a dudas, eran uno de los máximos estandartes de la movida progresiva, junto con Dream Theater o Radiohead, por citar ejemplos puntuales. Wilson, de hecho, nombraba y tomaba como influencias a algunas de las más grandes bandas del género (Pink Floyd, King Crimson, Rush, Genesis) y las mezclaba con los poderosos riffs del metal, logrando crear una propuesta que no sólo era innovadora, sino también muy personal.
Su disco “Deadwing”, editado en marzo de 2005, representó, quizás, dentro de su discografía, su punto más alto. El álbum es una obra conceptual que, según palabras del líder de la banda, se trata de una historia sobre fantasmas. Las canciones, sin ir más lejos, emplean diversos climas que van de pasajes psicodélicos y ambientales a trallazos rockeros con desarrollos intrincados, haciendo de su escucha todo un viaje oscuro para los sentidos... sobre todo por la fantástica interacción que realizan los instrumentos. Mención aparte es la cuestión de sus melodías, las cuales tiñen de un aire nostálgico y crepuscular a casi todas las canciones (inclusive las más cañeras, sí). Otro factor determinante son las letras -críticas, barrocas y metafóricas-, que evocan una especie de aura misteriosa y hasta trágica.

Con respecto a la producción del disco, lo único que se puede decir es que es sencillamente perfecta. Wilson logra como nadie sacarle jugo a los músicos que tocan con o para él (péguenla una escucha, sino, al trabajo que ha realizado tanto en sus discos solistas como también en los que ha colaborado con Opeth).
La suite de apertura del álbum, “Deadwing”, es un viaje sonoro que, en sus casi diez minutos de duración, te sumerge en unas aguas negras de las que, cuando salís, ya no volvés a ser el mismo. Un tema extenso y épico como pocos, con Mikael Åkerfeld (de Opeth) de invitado a las voces, y que sirve a modo de un muy buen prólogo a lo que en adelante nos encontraremos. Puesto que el disco debe ser entendido como una totalidad y no como un conjunto de canciones. Para seguir está “Shallow”, canción donde predominan los riffs estridentes y las baterías aplastantes. Después llega la bella y emotiva “Lazarus”, que aporta cierto aire de calma y nostalgia, aunque luego “Halo” nos vuelve a introducir en esa atmósfera tensa y filosa del álbum (¡impresionante la base rítmica, por Dios!). “Arriving Somewhere But Not Here”, quinto corte de la placa, comienza lento, pero progresivamente va ganando intensidad por su largo desarrollo de pasajes instrumentales (ahí interviene también un solo de guitarra a cargo de Adrian Belew de King Crimson). “Mellotron Scratch” es una perla de deliciosas armonías vocales, que más tarde desemboca en “Open Car”, último tema del disco con connotación metalera. “The Start Of Something Beautiful” cuenta con un título absolutamente autodescriptivo, ya que se trata de una pieza que nos retrotrae al estilo de los temas del álbum “Lightbulb Sun” (publicado en 2000). “Glass Arm Shattering” y una nueva versión de “Shesmovedon” (mucho más potente que la primera) ponen el broche de oro al disco, cerrando entonces de un modo que es espectacular. 

En definitiva, este es un álbum que seguro convencerá al oyente de que Porcupine Tree es una de esas bandas como pocas hubo. Y hasta puede suene arriesgado hacer afirmaciones así, pero probablemente “Deadwing” sea el mejor disco de rock progresivo del siglo XXI.


Puedes escucharlo en:


Porcupine Tree:

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