ORGULLOSOS DE SER
UNA BANDA DE GARAJE
The Clash - The Clash (1977)Sello: CBS RecordsPor José Luis Lemos
Un Día como hoy, hace 45 años, se editaba este trabajo.
Aprovechamos y traemos una reseña que en 2017
realizó José Luis Lemos en el Número Especial de la Revista Punk 1977.
realizó José Luis Lemos en el Número Especial de la Revista Punk 1977.
Un 23 de Abril de 1976, los miembros de una incipiente banda de pub rock llamada los 101’ers observan, apoyados en la barra del bar, a quienes esa noche ofician de teloneros suyos: un grupo de desaforados que tocan y cantan como posesos y que se hacen llamar los Sex Pistols. Ninguno de los integrantes parece entender —ni aprobar- lo que está pasando, excepto Woody, el cantante y guitarrista rítmico, que observa la situación como si ahí, frente a sus ojos, se encontrara el futuro que desesperadamente estaba buscando. Apenas un mes después, Woody ya no es Woody, sino Joe Strummer, y su aspecto rockabilly queda sepultado bajo un cabello corto teñido de rubio y camisas estampadas con consignas combativas. Una de ellas, impresa con stencyl en la parte trasera de una chaqueta, resume a la perfección el cambio de paradigma: “Odio y guerra”, en contraposición al Amor y paz que pregonaban Woody y sus amigos hippies del 101 Walterton Road. El futuro tenía nombre, y se llamaba Punk. Y Joe Strummer lo afrontaba con una banda llamada The Clash.
“Escriban sobre las cosas que los preocupan”, fue una de las tantas órdenes impartidas por Bernie Rhodes a los Clash, con quienes pensaba repetir la fórmula “manager usando a músicos como marionetas para generar escándalo” propiciada por su amigo Malcolm McLaren con los Sex Pistols. Sin embargo, la actitud de los Clash era mucho menos nihilista y sensacionalista que la de Johnny Rotten y compañía, y su primer álbum -que vio la luz el 8 de Abril de 1977, en medio de acusaciones de venderse al sistema al que decían atacar en sus canciones- se encargaría de negar sistemáticamente a los Pistols: sí, había futuro, pero para comenzar a vislumbrarlo primero habia que tirar unas cuantas piedras.
Desde la portada uno ya intuye el sonido crudo que impregnará los 14 tracks del disco: Paul Simonon, Joe Strummer y Mick Jones miran hacia la cámara con cara de pocos amigos, parados en medio de un callejón fotografiado en un blanco y negro saturado. Como el primer disco de los Ramones, sí, pero con un diseño a tono con los fanzines que se encargaban de difundir el fenómeno del punk británico, presente también en la contraportada, ilustrada con una fotografía de los disturbios del carnaval de Notting Hill de 1976. Y fue precisamente durante esos disturbios —en los cuales participó Strummer junto con Simonon y Rhodes- que encontraron la inspiración para su primer single, y el que seria el hit incuestionable de este primer álbum: White Riot.
“Mierda, nos robaron”, fue lo primero que salió de la boca de los Ramones al escuchar por primera vez el single incendiario que alentaba a una rebelión blanca, de sonido muy similar al de Blitzkrieg bop. Y, al observar que la velocidad se habia multiplicado a niveles demenciales, solo atinaron a decir “Estamos jodidos”. Pero poco hay, musicalmente hablando, de los muchachos de Queens en el resto del álbum, más allá de la contraposición entre guitarras chirriantes y voces melodiosas presentes en los temas cantados por Mick Jones, que de todos modos guardan más similitud con sus admirados New York Dolls. Las canciones de amor brillan por su ausencia, y la figura femenina se ve reducida a un objeto de deseo, al punto que la única canción de amor del disco (I“m so bored with you) pasó a convertirse en I'm so bored with the USA durante las sesiones de grabación.
Donde si puede hallarse una similitud entre ambas bandas, es en los personajes que pueblan sus letras: jóvenes aplastados por el aburrimiento que solo encuentran estímulos en las drogas y en el rock n'roll, con la salvedad de que los protagonistas de canciones como Janie Jones, Career opportunities y Hate and war son bombas a punto de explotar y rebelarse contra aquellos que los oprimen. Lo que demuestra la razón por la cual el punk fue tan bien recibido y asimilado en Gran Bretaña: de ambos lados del atlántico emergía una juventud desencantada por el desempleo, y deseosa de ahogar sus penas en adrenalina, velocidad y autosatisfacción, como lo testimonian 48hs, Protex blue y la emblemática London's burning. No resulta raro tampoco que los Clash hayan sido el punto de referencia más visible de las bandas punks surgidas en Argentina durante el Menemismo, con una situación social muy similar a la que estaba viviendo Inglaterra a finales de los 70.
Aún cuando retratan un panorama desolador, hay en las canciones de The Clash una energía vibrante y luminosa que sacude los fantasmas de la negatividad, un llamado constante a la rebelión que evade el cinismo de los Pistols —que no su sentido del humor- y toma prestado el espiritu combativo y positivo del reggae. Muy especialmente en el track más atípico del disco, Police and thieves, un cover del clásico de Junior Murvin que inaugura la unión entre punk y reggae o, mejor dicho, la registra en disco por primera vez. Fruto de las noches de reggae en el Roxy a cargo del dj Don Letts, la conjunción entre ambas tribus —los rastas y los punks- fue crucial para el sonido de los Clash, que dejaban en claro que no tenian pensado anclarse en los tres acordes del punk, sino que estaban dispuestos a ir más allá aun. Y, tanto para rendir un merecido homenaje como para enfatizar aún más la fraternidad entre ambos géneros musicales, Strummer canturrea al inicio de la canción un fragmento de Blitzkrieg bop.
“The Clash es la clase de banda de garaje que debería rápidamente regresar a su garaje, preferiblemente con la puerta cerrada y el motor en marcha”, fue la critica lapidaria de un periodista del New Musical Express tras verlos en vivo. La respuesta no se hizo esperar, y es precisamente la que cierra el disco. En Garageland, los Clash no solo se muestran orgullosos de ser una banda de garaje: también se muestran prematuramente desencantados por la industria discográfica y la escena punk, la cual, dice la leyenda, murió el día en que firmaron un contrato para CBS. Como si quisieran dejar en claro su alejamiento del punk más básico en pos de una vuelta a los origenes del rocknroll, y por ende a la inocencia, la canción contrasta intencionalmente con el resto del disco, con arreglos propios de un tema pergeñado en los 60, con una melancólica armónica marcando el ritmo. Y quien sabe, tal vez el que pone la voz en esa canción no es Joe Strummer, sino Woody...
Puedes escucharlo en:
The Clash:
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