INVASORA DEL ESPACIO
Björk - Volta (2007)Label: Atlantic RecordsPor Pablo Müllner
Un Día como hoy se editaba este trabajo de Björk y
rescatamos una reseña que en 2017 realizó Pablo Müllner
para nuestro número 37 de nuestra revista.
Björk es ante todo una cantante pop. Claro que “pop” en el universo de Björk no es lo mismo que para, por ejemplo, Celine Dion. La islandesa nunca persiguió el sonido edulcorado de un hit para sonar hasta el hartazgo en la radio. Su música está más bien influenciada por el avant-garde de compositores como Karlheinz Stockhausen, Meredith Monk, Sun Ra y Philip Glass, así como por la electrónica de Kraftwerk y Brian Eno. Pero luego de sus experimentaciones con el soundtrack Selmasongs (2000), Vespertine (2001) y Medulla (2004), en el cual las sobre grabaciones de voces eran usadas en lugar de instrumentos, Björk estaba lista para su regreso a su sonido pop, que la hizo famosa en los noventa con álbumes como Debut y Post. Volta, su sexto disco, es la crónica de ese regreso a la Tierra del Pop como una verdadera “Invasora del Espacio Exterior”.
Si bien desde el momento en que supimos de su existencia (los que no la registramos como la exótica cantante de la banda New Wave The Sugarcubes) Björk parecía realmente una extraterrestre (óigase/véase el tema/video “Human Behavior”) nunca había sonado tan alienígena como en el primer track de Volta: “Earth Intruders”. Allí después de un corto preámbulo electrónico Björk entona: “We are the earth intruders/ Muddy with twigs and branches/ Turmoil! Carnage!” (“Somos los invasores de la Tierra, embarrados, con ramas y troncos. Confusión! Carnicería!”) al ritmo de una percusión tribal. Algo del pulsante ritmo de este tema tiene que ver con la producción de Timbaland, pero que el rapper norteamericano participe en la producción no significa para nada que Björk se haya vuelto hip-hop. Al contrario, Björk parece arrastrar a sus colaboradores a sus propios paisajes sonoros y extraer lo mejor de ellos como una vampiresa de cuento de hadas. Timbaland vuelve a colaborar en “Innocence”, un número de sofisticada y minimalista electrónica donde la cantante hace ostentación de su flexibilidad vocal, al momento que advierte: “Fear is a powerful drug/ Overcome it and /You think you can do Anything!” (“el miedo es una droga poderosa, supéralo y pensarás que eres capaz de Todo!”). El otro pico pop del disco es “Declare Independence” que empieza como un synthpop bastante despojado pero a medida que aumenta la intensidad de su coro-mantra (“Declare Independence!/ Don´t let them do that to you!”: “Declara tu independencia, no dejes que te hagan eso!”) se desata una tormenta de beats y distorsión apocalíptica a través de la cual Björk alerta en un alarido: “Raise your flag!” (“Levantá tu bandera!”).
El resto del álbum se debate entre algunos números orquestales. La deslumbrante balada Wanderlust, con un suntuoso arreglo de bronces y cuerdas, que según la misma cantante es “el corazón del disco”. O la igualmente épica “The Dull Flame of Desire”, un dueto con el intrigante Antony Hegarty (Antony and the Johnsons, Anhoni). Pero también hay momentos de mayor intimidad e introspección. La delicadísima “I See Who You Are”, donde un tradicional instrumento japonés de cuerda y el incidental ruido de una corriente de agua son los únicos acompañantes a la casi susurrada vocalización. De manera parecida “Hope” se construye sobre un beat mínimo y una exótica guitarra que por momentos parece flamenca. “My Juvenile”, dedicada a su hijo Sindri, cierra el álbum, otra vez con musicalización mínima: tan solo un clavicordio y la voz de Hegarty, esta vez más que en un verdadero dúo, resonando como la de conciencia de Björk.
Puedes escucharlo en:
Gracias... Por leer(me)!
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