LA ONÍRICA Y LA
HISTERIA
Soda Stereo - Signos (1986)
Sello: CBS Discos - Sony Music
Fecha de Lanzamiento: 10 de Noviembre de 1986
Por César León
Un Día como hoy se editaba este trabajo.
Aprovechamos y traemos una reseña que, en 2016,
realizó César León, conmemorando
los primeros 30 años del lanzamiento
para el Número 32 de la Revista.
Han pasado treinta años del lanzamiento de este álbum que seguramente sea una de las obras cumbres del rock producido en Latinoamérica. No es el álbum más vendido de la historia de nuestro rock ni siquiera es el más vendido de Soda Stereo. Sin embargo su contexto y cómo rompió el rock de nuestro continente a mi modo de ver le dan su sitio en la historia.
Signos es un álbum oscuro, que se puede clasificar de post
new wave, post punk y hasta synthpop. Todos estos no son géneros mainstream
para nada. Sin embargo el éxito que logró este vinilo pocas veces se podrá
repetir. Cargado de influencias vanguardistas de Bowie, Police, Spinetta, Virus
es un disco contradictorio. Con un sonido y líricas que le auguraban tan solo
éxito en ciertos nichos de espectadores, se terminó convirtiendo en uno de los
álbumes que fue coreado por primera vez en todo el continente. Previamente
García, Mateos habían tenido relativo reconocimiento por fuera del cono sur
pero por primera vez una banda era invitada a una gira continental con llenos
en cada plaza (Argentina, Perú, Paraguay, Ecuador, Bolivia, Colombia, Costa
Rica, Chile, México y Venezuela). Es muy extraño. Posiblemente grupos más pop
como Zas, con estrategias más comerciales deberían haber sido quienes asumieran
ese rol. Pero la historia a veces es absurda y una banda nacida para las
minorías terminó siendo posiblemente la primera gran agrupación mainstream de
Latinoamérica.
Signos es un álbum de líricas raras. Sus letras deambulan entre visiones oníricas y surrealistas, que creo yo son más una estrategia astuta de Cerati por rimar las difíciles estructuras que el español y sus largas palabras provee y que dificultan a la hora de componer –Es mucho más fácil escribir para el inglés, sus cortas palabras caben y se acomodan como fichas de Lego en cualquier frase, en nuestro idioma esto es diferente–. Así entonces es difícil entender el sentido de muchas de las letras del álbum. Tan solo un par de frases en cada canción parecen tener un sentido reconocible. Eso ayuda al ambiente críptico del álbum, sumado a la música de Cerati y compañía que como decía antes es heredera del tristemente debilitado Virus o de Pescado rabioso de Spinetta. Sonidos que no fueron hechos para la masa, Armonías no convencionales, giros musicales poco esperados que crean progresiones hermosas pero que se disfrutan a la quinta vez que se escuchan y no a la primera como en los territorios del pop.
El álbum sale con una carátula abstracta y en su dorso unas
pinturas surrealistas, no hay fotos de la banda, todo se deja a la imaginación.
Y de eso creo se trata ese álbum y posiblemente Soda Stereo como concepto: de
ir descubriendo ese halo poco a poco. Ante la claridad e inmediatez del rock
roll habitual por esos días en Latinoamérica, el post punk/new wave de Soda
Stereo es un enigma que se degusta de a pocos
A mi modo de ver “Sin sobresaltos”, su primera canción es la
menos concordante con la estructura del disco. Me atrevería a decir que es una
sugerencia de los productores por tener una canción que enganche el disco, es
la más repetitiva y pop del disco completo. –Yo habitualmente la salto– El
álbum para mi gusto comienza con esa maravilla lúgubre y sensual llamada “El
rito”, continuando con profugos, –este corte junto a Persiana americana. Los
singles del álbum que si bien son más coreables y hasta pop, tienen para la
época un halo bastante profano. El álbum se va adentrando en paisajes oscuros
como “No existes” o “En camino”. Todo un laberinto de imágenes, fantasías y
delirios. Las guitarras recuerdan a Echo and the Bunnymen en cuanto no tienen
la estridencia clásica de los riffs distorsionados sino los dulces golpes de
pedales más sutiles que casi se convierten en atmósferas.
“Signos” la canción que da el nombre al álbum es un ejercicio de rock progresivo o experimental. Con una guitarra sintética inolvidable que resume el álbum en casi 6 minutos, un piano bohemio, letras bondage-crípticas. Posiblemente incomprendidas para muchos de los inocentes oídos de esa generación post censura. Era un despertar que sin el desparpajo y exageración de las letras de la movida madrileña sonaban mucho mas elegantes más íntimas y lujuriosas
El álbum termina perfectamente con un hermoso requiem llamado “Final caja negra” que como los otros temas siempre va “in crescendo” y soltando secuencias musicales potentisimas que claro requieren más de una escucha para ser digeridas
Signos tiene la particularidad de no envejecer, su estrategia de no habitar lo urbano ni lo “actual” que usa el rock convencional, sino los velos del sueño, de los lechos oscuros y sus habitaciones oscuras. En fin la cotidianidad encantadora de la noche, lo hacen perenne. Posiblemente fue concebido con muchas pretensiones artísticas –Canciones de cinco o seis pacientes minutos, versus lo habitual para la radio que son tres, más aptos para intereses comerciales– y logró resultados económicos y sociales más que notables sin proponérselo conscientemente. Como Disintegration de The Cure o Violator de Depeche Mode logró un espacio entre la Música para las masas. Es en definitiva un álbum atemporal que se disfruta mucho cuando se deja tiempo reposando, donde se descubren cada vez sonidos y detalles nuevos. Uno de esos álbumes que con el estado actual de las cosas es mucho más vanguardista que cualquier cosa que se haga el día de hoy.
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